El conductor, al llegar al kartódromo con la gasolina, pregunta en la entrada que dónde le van a descargar la mercancía y le dirigen a la zona boxes. Al llegar a ella, le atiende un trabajador del circuito al que el conductor le dice que tiene prisa por descargar porque le acaban de mandar un WhatsApp de su empresa dándole una nueva orden de carga en una fábrica de pintura a veinte kilómetros de allí y sin parar el motor del camión, pide por favor que le descarguen rápido. Son las 15:30 y la pintura tiene que estar descargada antes de las 19:00 horas en otra empresa, para lo que tendrá que recorrer unos cien kilómetros y el destinatario de esta, cierra a esa hora.
El operario del circuito le dice al conductor que le ha dicho su responsable que antes de bajar el GRG (IBC) del camión, rellenen unos bidones por gravedad, conectando una manguera a los mismos, para lo cual, el conductor la conectará al GRG (IBC) y abrirá el grifo; mientras el trabajador del kartódromo le avisará cuando tendrá que cerrar para que el bidón no rebose. Asimismo, le ha encargado también que le pregunte si el pallet con los 24 jerricanes de 10 litros en vez de descargarlo en el circuito, podría llevarlo junto con un bidón que cargarían de etanol de 100 litros que usan como aditivo para la gasolina, a un almacén que tienen a unos veinte kilómetros de allí.
El conductor le responde que él no puede hacer todo eso porque tiene que seguir las instrucciones que le ha dado su jefe, el transportista, que eran descargar los dos pallets y el GRG (IBC) y marcharse a hacer otro transporte pero que si quería le daba el teléfono de su jefe.
El operario del circuito lo puso en conocimiento de su responsable, que llamó al transportista y pactaron el precio para transportar el pallet y el aditivo con otro camión de la misma empresa que estaba repartiendo y se encontraba a una media hora de allí.
Así que, como se había tardado algo más de lo normal en realizar la descarga, el conductor salió nervioso a hacer el nuevo servicio que se le había encomendado mientras pensaba qué podría hacer si no llegara a descargar a tiempo la pintura, porque la orden era que después de descargar regresara a la base con el tiempo muy justo por la normativa sobre el tacógrafo, para poder hacer el descanso diario en su casa.
No habían trascurrido veinte minutos cuando llega el camión que estaba repartiendo por la zona, en el que cargaron el pallet con la gasolina y el etanol. El conductor pide el albarán en el que figura: Un pallet con latas de gasolina y un bidón con aditivo. Entregar en Polígono Industrial Cantabria I, calle A, número 23.
Sin que nadie del kartódromo le pidiera explicaciones al conductor, éste le dijo al operario del circuito: «No se preocupe porque no le ponga los paneles naranja al camión, es que como solo llevo un paquete de artificios de pirotecnia de 5 kilogramos, junto con lo que ustedes me dan, al no llevar más de 1000 kilogramos de mercancías peligrosas, no los necesito».
Bueno, no sé si os interesará mucho lo que os he contado, pero es una realidad cotidiana. Algunos lo veréis como normal y otros como una barbaridad. Os aseguro que las cosas no deberían hacerse así, que esas empresas deberían tener un consejero de seguridad, pero no un «consejero telemático», sino uno que conozca la operativa y a las personas, que se le haya visto por las empresas, y que todo el personal que ha intervenido contara con unas instrucciones operativas, con unas listas de comprobación y con una formación actualizada y acorde a las tareas que desempeñan.
Como en unos cuantos días no voy a poder escribir otra entrada, me gustaría que reflexionemos sobre cómo tenían que haberse desarrollado las operaciones y en la próxima lo analizaremos.
El desván de las mercancías peligrosas 